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Mostrando las entradas de enero, 2008

Reflexiones de un funeral

Hoy fui a un funeral. Algo triste, considerando que no veía al difunto hace por lo menos dos años y que la última vez que lo vi, aunque su salud no estaba en el mejor de los momentos, estaba a mi juicio bastante bien. Ver el ataúd fue algo extraño. En general no tengo problemas con los entierros ni con la gente llorando, pero algo me pasa con esos famosos envases de madera, en especial cuando dentro está alguien cercano. Por vaya una a saber qué motivo, esta vez me atreví a mirar; generalmente es algo que evito. Me repele. Además, ¿soy yo o el cajón siempre se ve más chico de lo que uno recuerda a la persona? Lo siento más por mi tía, que desde siempre vivió con su papá, cuidándolo y ahora se quedó sola. Me hubiera justado verla por otras razones, pero dentro de todo se veía bien, hasta se puso a hacer bromas con mi mamá y a acordarse del colegio (definitivamente con mis compañeras de universidad somos mucho más humanitarias a la hora de colocarle sobrenombres a los profes). Mi tía Cha