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Mostrando las entradas de julio, 2013

Como una mesa con tres patas menos

No es la imagen más poética o delicada del mundo, pero realmente no tengo ganas de serlo. Tampoco tengo la habilidad en este momento (suponiendo que alguna vez la haya tenido). Además, se ajusta bastante a como se sienten las cosas desde que el tío Julio murió el sábado y mi abuela pasó a ser la última de los cuatro grandes de la familia. De los cuatro patriarcas del clan ya sólo queda la matriarca. Va a llevar algo de tiempo acostumbrarse, especialmente porque su último aspecto chocó drásticamente con las imágenes archivadas en su memoria y la nuestra. Demasiado impacto visual. Pero pasará, como todo. Sólo espero que el peso emocional no sea demasiado para la pata que queda. Y basta. Ni siquiera quiero escribir esto, pero de alguna forma tiene que salir.

Mi Mag-Mug

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Lo sé, soy una maldita ñoña intelectualoide y pretenciosa, pero no me aguanté las ganas de mostrar mi tazón del Magíster en Traducción de la PUC. Es super simple, ¡pero es tan lindo! Fue un bonito detalle de las profes y es una buena manera de recordar todo lo bueno que tuvo el magíster. Porque no todo fue estrés y montañas gigantes de papel. Nada lo es, ni en los posgrados :P

Espejito espejito, ¿bailarina o princesa?

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Mi último proyecto a crochet. La idea era terminarlo dentro de mis vacaciones, pero aunque quedó bastante avanzado, todavía está en proceso. Como pueden ver, por ahora la falda parece un tutú, pero tengo la esperanza de corregirlo y lograr que con unos puntos más aquí y unos puntos menos por allá se vea como la princesa que originalmente es. Sí, una bruja intentando crochetear a una princesa, así de loco está el mundo. Sea cuál sea el resultado, lo verán sí o sí en el blog y si no lo consigo, al menos ya tengo una idea clara de cómo conseguir una bailarina. 

¡Fuera papeles!

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En este encantador, pero muy caótico y cada vez más rápido mundo globalizado es impresionante la cantidad de papeles que podemos llegar a acumular. Algun@as podemos ser más dados al cachureo que otr@s, pero independientemente de eso, creo que tod@s nos hemos visto sobrepasad@s al menos una vez por la cantidad de hojas sueltas y, en algunos casos, verdaderas torres Babel esparcidas por nuestro espacio. Tarde o temprano llega un momento de decir "¡basta!". El desastre es tolerable por un rato, pero si le hacemos el quite mucho tiempo, llega un punto en que el exceso de procesado de celulosa puede afectar seriamente nuestra concentración y habilidad para sentirnos cómod@s e inspirad@s en un lugar. Además, creo que tod@as sabemos que esos papeles no se van a ordenar solos. Hay que ayudarlos a salir de nuestra vista y, con un poco de suerte y esfuerzo, de nuestra vida. Durante mis vacaciones, una de las cosas que hice (además de descansar de lo lindo) fue poner en orden todo el pa