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Mostrando las entradas de noviembre, 2016

Aperrada (aún más) por accidente

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Hace exactamente una semana, volvía del trabajo a mi casa, y ya iba llegando, cuando en el quiosco de la esquina me encontré con algo que no me esperaba: una bola de pelos café asustada, enana y bien cochina. Y miren que tengo poodles y amigos con salchichas y chihuahuas; si digo que un perro es enano, es porque es bien chico el espécimen. Y resultó ser niña la bolita de pelos; una niña bien flacucha, con una cara de pena y cansancio que no se la podía y que para más remate estaba amarrada al quiosco (con agua y comida eso sí; los cuidadores de autos y el quiosquero la quisieron salvar de los autos; claro que no pensaron en los perros tamaño caballo que andan de noche por esa calle). Y yo creo que ahí fue donde caí; si me hubiera acercado o no sin cordel de por medio, queda a discusión, pero que funcionó como imán, funcionó. Me senté al lado (gran error) y la peluda (era mucho más pelo que carne) se me acercó con cautela primero y para cuando me quise dar cuenta ya me había agarrado de