¡Llegó Batman!
Esas fueron las palabras exactas con las que un amigo me avisó que su sorpresa de cumpleaños ya estaba en Osorno. Y con las que de paso casi me deja sorda. Aunque tomando en cuenta que ESE era el tipo de reacción que yo buscaba, supongo que realmente no tengo derecho a quejarme. Conseguí lo que quería: obtuve confirmación auditiva de que Batman no se hallaba desaparecido en acción (una preocupación no menor) y la sorpresa para el hobbit fue sorpresa. Resultado: cumpleañero de 26 chocho como niño de 5. ¿Qué más se le puede pedir al crochet?