Lo peligroso de sentirse DEMASIADO segur@


O mejor dicho, "lo peligroso de andar pajareando", porque es bien fácil dejarnos llevar por varios estímulos, olvidarnos del entorno y terminar con la cabeza en cualquier parte; el problema es que el resto del mundo sigue despierto, en algunos casos demasiado despierto, y alerta a los que no lo están. Algo tan inocente y normal en estos días como sacar el celular para escuchar música, comunicarnos o simplemente olvidar que nuestro cuerpo está atrapado en un encantador taco dentro del querido sistema de transporte público, puede terminar fácilmente en asalto.

Sin ir un muy lejos, hace exactamente una semana, me tocó ver como en un abrir y cerrar de ojos un lanza aprovechó una de las paradas obligatorias de la 405 y ¡bum! Adiós al celular de la niña que iba sentada en el asiento justo opuesto al mío... Un pasillo de distancia y había estado mandando mensajes hace menos de cinco minutos; perfectamente pude ser yo. De hecho, el encantador personaje me pasó a llevar el hombro al momento de lanzarse al ataque y en un pestañeo ya estaba al otro de la puerta. Todo en menos de tres segundos, ¡si es que! ¿Qué me salvó? Ni idea. Tal vez fueran los audífonos rosado chillón de la niña o que su celu era uno de esos ultra tecnológicos que tienen más cara de tablet que de teléfono; el hecho de que siempre que me muevo por Santiago y tengo que usar mi celular trato de hacerlo lo más rápido y menos visible posible, o que ya no lo uso con audífonos a menos que esté en mi casa, la pega o dentro de una biblioteca; tal vez fuera simple cosa de timing: ella tenía su celular a la vista cuando se abrió la puerta y yo no. Pura cosa de suerte, o mala suerte en este caso. El caso es que no me gusta nada la idea de dejar mi seguridad en manos de la suerte.

No se trata de terminar como maniatic@s paranóic@s y tratar de controlarlo absolutamente todo. Una, es imposible, dos, la vida es para vivirla, no para tenerle miedo; encerrarse en casa bajo cuatro llaves para evadir el peligro NO es una opción. Pero hay que estar conscientes de que el peligro es real y está en todas partes, no solo en los barrios "malos". Yo crecí y vivo en la parte "lindi" de Santiago (dígase de Plaza Italia hacia arriba) y puedo decir que no hay peor error que el "eso aquí no pasa" o "a mí no me va a pasar". Las cosas PASAN y pasan en cualquier parte si las circunstancias son las adecuadas. Y ahí está el punto; no podemos parecer radar para evitar todo lo malo, pero sí podemos controlar las circunstancias para dificultarles el camino. Lo peligroso de un barrio no está en cuán "lindi" o "malo" es, sino en cuánta importancia decidimos darle a potenciales señales de peligro. La desmedida confianza de que estamos a salvo solo por estar en un área considerada popularmente como segura, nos puede llevar a desviar la mirada de algo que inmediatamente nos hubiera puesto en estado de alerta en una supuesta zona peligrosa. Algo similar pasa con el transporte público y nuestro amor por la tecnología. Ya estamos tan acostumbrados a ver como todo el mundo usa a plena vista sus smartphones, kindles, tablets, e incluso laptops, que hemos llegado a jurar que es completamente normal y seguro hacerlo; podemos relajarnos. Sumen audífonos para completar la desconexión con el mundo exterior... y el desfile de presas está listo para los depredadores. Digo... ¿cómo es posible saber que pasa a tu alrededor y ver una señal de alerta en este estado?


¿Cómo es posible ser capaz de reaccionar ante el peligro potencial de un tercero cuando ni siquiera eres capaz de quitar la vista del celular para poner atención al suelo que pisas y evitar convertirte en una amenaza para ti mism@ y los tuyos?

En su defensa, he visto madres MUCHO más imprudentes en Estación Central... Sí, es posible. 
Repito, no se trata de cerrar las puertas al mundo exterior o censurar a la tecnología (soy bloguera y adicta a los webcomics; eso no tendría ningún sentido), se trata de darle a cada cosa su lugar, recuperar nuestra capacidad para reaccionar ante las advertencias lanzadas por algunos estímulos y disfrutar del exterior o la tecnología con el mínimo de riesgo posible. Sé y quiero creer que los depredadores son los menos, pero no por eso puedo ignorar su existencia. Tal vez no siempre se pueda evitar convertirse en una presa, pero si voy a ser una, que al menos no sea porque le facilité las cosas al depredador.

Comentarios

  1. Tan cierto, la verdad es que la gente anda super despistada por la calle y los lanzas andan muy vivos y mirando oportunidades.
    Obviamente la idea es no ser paranóico pero si tener un poco de cuidado con el asunto, como no sacar el telefono a cada rato en la calle, mirar un poco alrededor, cosas sencillas. Por mi parte, no contestos ni saco el telefono en la calle, y cuando veo que es mucho me metó a algun local para contester, algo un poco más seguro.
    Gente mala hay por todas partes.
    Cuidate!

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    Respuestas
    1. Lamentablemente sí. No todos son malos, pero basta con uno para echarte a perder el día :(
      Yo pongo el mío en silencio en la calle e igual que tú lo contesto en lugare cerrados después de mirar comoa mil partes. Pero no salir, ¡eso sí que no!

      Saludos y cuidado para ti también ;)

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