A mis madres y hermanas | 8M en Chile

Foto recuperada de The Clinic | Agencia UNO

El domingo 8 de marzo fue un día bastante intenso acá a Chile. Lo hubiera sido sin estallido social y con mayor razón lo fue después de él. Y es que es tan fácil sentirse cansada y simplemente bajar los brazos ante tanta injusticia, tanta pasada a llevar sistemática una tras otra. Duele. Tal vez no siempre se vocalice, ya sea porque no se sabe cómo o simplemente porque las fuerzas no dan, pero aun así duele. Tal vez justo tocó que no me pasó a mí sino a otra, pero duele. Digan lo que digan algunos, desde la ignorancia y falta de empatía, duele, y mucho. Sería tan fácil no moverse con tanto dolor... pero no es lo que pasó. Hubo movimiento. Mucho movimiento y definitivamente bastante más del que las matemáticas de nuestra policía se atreve a reconocer.

Seré sincera: mi seguimiento de la marcha fue principalmente a través de redes sociales (televisión no, porque ya se sabe). Soy mala corredora y propensa a respirar mal; evito meterme en situaciones en las que sé que habrá individuos de verde olivo para "cuidar" a la población. Mi única participación en ella fue by proxy en la persona de mi hermana, pero incluso así, bastó un simple viaje metro con mi madre para ir a encontrarla en estación ULA para que nos llegara una energía que muy pocas veces he experimentado, si es que alguna. Y todo sin siquiera salir del andén. Esas vibras que nos alcanzaron hasta allí, y luego nos acompañaron todo el viaje en metro, micro y caminata de regreso a la casa, son algo que me cuesta poner en palabras. Solo diré que era muy femenino y que se sentía algo más que bien.

Gracias a todas las que estuvieron, tanto en Santiago como en el resto de las ciudades del país. Gracias por hacer imposible que puedan negar nuestra existencia, sin importar cuánto lo intenten. A todas ustedes, mis madres y hermanas, gracias de verdad por contribuir a dejar de callar y normalizar el dolor, por visibilizar a tantas otras, especialmente a las que ya no están. Gracias y fuerza también a las madres y hermanas en el resto de Latinoamérica y otros países. Todas sabemos que esto es algo que no conoce fronteras.

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